Sunday, November 09, 2008


COSTA RICA: Tres escritores
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ESCRITORES
Costa Rica: Carmen Lyra, Carlos Luis Falla y Jorge Debravo
—Artículo de Paulo González Ramírez © para PuntoLatino —
Nuestro colaborador Paulo González Ramírez, fue invitado el 21.01.08 por el Teatro Rigiblick a participar en su programa «Poesia del Mundo», en el que presentó a tres cultores de las letras de su país: Carmen Lyra (1888-1950) autora de «Cuentos de mi tía Panchita»; Carlos Luis Fallas de «Mamita Yunai» y Jorge Debravo del poemario «Nosotros los hombres». El artículo de González es una introducción a la obra de estos tres autores que tuvieron una marcada influencia en el futuro quehacer de sus compatriotas. PuntoLatino publica el artículo de su colaborador Paulo González con el objetivo de fomentar el conocimiento de nuestros escritores e incitar a su lectura ...


ESCRITORES
Literatura de Costa Rica: Presentación de tres escritores
— Carmen Lyra, Jorge Debravo, Carlos Luis Fallas —

Esta es una pequeña introducción dirigida a los interesados en la literatura centroamericana y que presenta a tres populares escritores costarricenses, que por sus escritos y por sus vidas, trascendieron y dieron forma al quehacer de muchos de sus compatriotas.

Costa Rica (1) (un poquito más grande que Suiza), se encuentra en el istmo centroamericano, entre Nicaragua y Panamá, país independiente desde 1821 y que ya en 1838 procede a tener y gozar de una autonomía total. Pasan muchos años hasta llegar al 1948 de la revolución (2) que promueve en el país enormes cambios sociales y políticos, siendo ellos positivos para los „ticos“(3). Entre ellos la abolición del ejército, la creación de instituciones democráticas tan fuertes que prevalecen hoy en día (4). País de grandes recursos naturales, casi 30% del territorio terrestre es reserva natural.

La formación de una literatura nacional en Costa Rica se asemeja a la formación de otras literaturas en Latinoamérica y particularmente Centroamérica. La construcción de la nación y del sentido de nación en sí, estará ligado a la unificación y centralización del poder económico, político e ideológico, alrededor de un grupo hegemónico criollo relacionado con la exportación de productos agrícolas para el mercado internacional, entre ellos el café en su tiempo y el banano en otro. Ello es lógico si se mira el quehacer de literatos que se van a preocupar por los problemas sociales de las clases más bajas del país. A primera instancia, lo más importante para una literatura nacional es ver el reflejo de su nombre en un país, no se puede tener una literatura nacional sino somos nacionales de ningún lado.

La influencia de la literatura modernista en Costa Rica es de gran calibre, intelectuales que volvían maravillados con «los goces y maravillas» de Europa se reflejan en esta literatura para escribir y para pensar. Ya estamos en el tiempo del poeta nicaragüense Rubén Darío, quien convivió junto a su familia en San José por un largo tiempo. Esto produjo una literatura refinada en Costa Rica, meticulosa y narcisista, – como el carácter de Darío –. Pero todo cambiará con la primera guerra mundial. Los poetas ya no se maravillarán de los lagos y los cisnes, no podrán admirar una cultura que dentro de su belleza crea el caos, la destrucción y la muerte. Tenemos un giro de la literatura modernista, escritores dejan de lado la idealización de un mundo europeo y se concentran en una realidad más inmediata e interiorista.

El realismo será la consigna de estos escritores, preocupados por asuntos de identidad, la patria y la tenencia de la tierra. En Costa Rica ya los podemos identificar dentro de la generación del 40, algunos más tarde y otros después. Y de esta generación es de la cual quiero hablarles. Tres protagonistas nos interesan y de ellos en esta indroducción podremos aprender un poco. Carmen Lyra, autora de Cuentos de mi Tía Panchita; Carlos Luis Fallas de Mamita Yunai y Jorge Debravo, en poemario Nosotros los hombres.

COSTA RICA
«Cuentos de mi Tía Panchita» de Carmen Lyra (1988–1950)
— Nació en San José, Costa Rica en 1888. Sus estudios primarios los hizo en la escuela de su barrio, en lo que es actualmente el edificio metálico. Su condición de hija ilegítima le impidió ingresar a un convento como monja. Cuenta en sus diarios que este era uno de los deseos que tuviera cuando joven. Personalmente creo que lo mejor que le pasó fue no ser monja y con ello pudo la escritora dedicarse a la literatura. En el Colegio Superior de Señoritas obtiene el certificado de Maestra Normal y a ello se dedicará gran parte de su vida, incluso escribiendo. Carmen Lyra estudió en el extranjero gracias a becas dadas por el gobierno. Viaja a Europa donde conoció las teorías educativas de María Montessori. Se convirtió en una de las más importantes líderes del comunismo en Costa Rica. Participó en la creación de escuelas, del PANI (5) y participó en la lucha por la igualdad de salario entre hombres y mujeres, además del sufragio para la mujer (1949).

Por sus activismo político es obligada a exiliarse en México, junto a otros miembros importantes del partido comunista en México, después de la breve guerra civil entre A y B y en la que sale victorioso José Figueres Ferrer en 1948. Al año siguiente, nuestra autora vive enormes problemas de salud, por lo cual solicita se le permita volver al país, pero el nuevo gobierno le negó ese derecho. Murió el 13 de mayo del año siguiente en el exilio. Sus restos son entregados a Costa Rica meses después de su muerte.

Cuentos de mi Tía Panchita son cuentos para niños. Variedad de historias que nos sumergen en los relatos populares que cualquier pueblo comienza a crear. La autora les da vida y trata con ellos de dejarnos enseñanzas positivas para practicarlas. El lenguaje coloquial es palpable en los cuentos y la picardía de sus personajes hace que nos sintamos identificados con ellos. Al ser animales del campo, como tío Conejo, tía Ardilla, tía Zorra... y que tengan apariencias y caracteres humanos, la autora pretende reflejar el arte nacional y típico para ver realidades del país con mayor facilidad por ser sus protagonistas graciosos y curiosos. He escogido el cuento: Tío Conejo y los quesos.

(Resumen de la historia). Pues señor, es el caso que tío Conejo se nos había vuelto muy melindres para comer, y a mi amo no le gustaban sino cositas buenas. Decía que ya el churristate lo tenía hasta el copete y a los quelites les hacía ché; últimamente andaba antojado de comer queso tierno. ¿Y cómo hago? ¿Y cómo hago? Por fin quién sabe cómo averiguó que un carretero bajaba todos los viernes de una hacienda, --por un camino de la vecindad--, con madera y quesos ...

„Tío Conejo está en el campo y le gustan los quesos, sabe que una carreta con bueyes pasa los viernes con muchos, él (mal intencionado) se tira al suelo y haciéndose el muerto en frente del carro espera para que el conductor se detenga, el otro se detiene y piensa que tío Conejo está enfermo (pobrecitico el conejito, tan bonito), lo monta en el carro donde están los quesos y claro: tío Conejo se los lleva. En su casa y barrio enseña a todo el mundo los quesos, todos los quieren le tienen envidia al conejito, pues en esas llega tía Zorra y le pregunta que cómo los consigió, y él tratando de huirle decide contarle la historia y ella que qué, que si hace lo mismo o no...
... Apenas la divisó, se metió corriendo tío Conejo, y atrancó bien la puerta.
Llegó tía Zorra y se puso a tocar: --Upe, tío Conejo, ¿qué hace Dios de esa vida?
Tío Conejo se asomó por la ventanita alta.
--¿Qué se le ofrece tía Zorra?-- le preguntó. Y perdone que no salgo a abrirle, pero es que me acabo de calentar la nuca con manteca de chancho y me puse un trapo zahumado porque estoy rabiando de un oído.
--Andan diciendo que tenés la casa llena de quesos. Contame cómo hiciste; por qué no me decís.
--Con mucho gusto tía Zorra. Viera qué sencillez. Fue así y así --y tío Conejo le explicó todo.
--Así quien no... ¡Qué mamada! --dijo tía Zorra--. Y decime, hombré, ¿vos crees que si yo me hago la muerta en el camino me pasa la misma?
--¡Uh! Pues cómo no...
Y tía Zorra se fue.
De veras, allá el viernes a la nochecita se puso a la mira y cuando sintió venir carretas se tiró a lo largo en medio camino, en el mismo sitio en que lo hizo el otro. Y para quedar mejor se estiró bien y se puso tiesa. El carretero donde la vió, dijo: --¡Adiós trabajos! Hoy hace ocho era un conejo y hoy es esta lambuza hedionda. ¿No querrá también dejarme sin quesos? Aguardate ai y verás... Gui, buey viejo, gui...
...pero no tiene tanta suerte, el señor de los quesos (ya sabiendo lo que le espera) pasa encima de ella con el carro y ella termina casi muerta. Ella le reclama a tío conejo y tío Conejo se hace el tonto, y ella rabiendo en sus muletas y tía Ardilla tiene que llevársela porque sino sí se muere del colerón“
COSTA RICA
Jorge Debravo (1938–1967)
— Nació el 31 de enero de 1938 en Guayabo de Turrialba, Cartago. Creció en una familia de campesinos muy humildes. Trabajando desde niño a medio tiempo para poder ayudar a su familia empezó a conocer vidas que le iban a servir para crear su poesía.

Una anécdota popular cuenta que su madre le enseñó a escribir en hojas de plátano y que con sus propios ahorros se compró un diccionario. Las circunstancias económicas lo obligaron a dejar los estudios secundarios y a buscar trabajo. En 1959 fundó el «Círculo de Poetas Turrialbeños». Ese año sus méritos como trabajador le permitieron ascender en su trabajo en la CCSS (5), fue transladado al valle central (Heredia y San José), donde fundó el «Círculo de Poetas Costarricenses».

En 1965 termina sus estudios de secundaria. Estudió periodismo por correspondencia y otros estudios de manera autodidacta. Leía sus libros favoritos de autores como Pablo Neruda, César Vallejo, Amado Nervo, Miguel Hernández, Gustavo Adolfo Bécquer y Walt Whitman.

Jorge Debravo murió a los 29 años, el 4 de agosto de 1967, cuando viajaba en su motocicleta por asuntos de trabajo. Se dice que fue un conductor ebrio quien lo atropelló.

A pesar de su juventud, en Costa Rica se le considera el poeta de los poetas. La tragedia de su muerte y el esfuerzo de su vida sirven de ejemplo para el futuro del país. El 31 de enero, día del nacimiento de Debravo es decretado como el Día Nacional de la Poesía. Su origen humilde le permitía acercarse a los trabajadores fácilmente. De ahí que la poesía de Jorge Debravo se distingue por una gran preocupación social, con varios tópicos recurrentes como la pobreza, la marginación y el armamentismo en el mundo.

Hombre

Soy hombre , he nacido,
tengo piel y esperanza.
Yo exijo, por lo tanto,
que me dejen usarlas.
No soy dios: soy un hombre
(como decir un alga).
Pero exijo calor en mis raíces,
almuerzo en mis entrañas.
No pido eternidades
llenas de estrellas blancas.
Pido ternura, cena,
silencio, pan, casa...

Soy hombre, es decir,
animal con palabras.
Y exijo, por lo tanto,
que me dejen usarlas.

Nocturno sin patria

Yo no quiero un cuchillo en manos de la patria.
Ni un cuchillo ni un rifle para nadie:
la tierra es para todos,
como el aire.

Me gustaría tener manos enormes,
violentas y salvajes,
para arrancar fronteras una a una
y dejar de frontera solo el aire.

Que nadie tenga tierra
como tiene traje:
que todos tengan tierra
como tienen el aire.

Cogería las guerras de la punta
y no dejaría una en el paisaje
y abriría la tierra para todos
como si fuera el aire...

Que el aire no es de nadie, nadie, nadie...
Y todos tienen su parcela de aire.

Milagros

Misteriosas substancias emergen de la luz.
Genésicas materias laboran en la noche.
Una mañana amanecerá la muerte
recolectando flores,
subiendo por la savia y por la sangre
para besar al hombre.
Y el tiempo llenará
de ojos los relojes,
para ver el milagro
del hombre haciendo al hombre.

Nosotros los hombres

Vengo a buscarte, hermano, porque traigo el poema,
que es traer el mundo a las espaldas.

Soy como un perro que ruge a solas,
ladra a las fieras del odio y de la angustia,
echa a rodar la vida en mitad de la noche.

Traigo sueños, tristezas, alegrías, mansedumbres,
democracias quebradas como cántaros,
religiones mohosas hasta el alma,
rebeliones en germen echando lenguas de humo,
árboles que no tienen suficientes resinas amorosas.

Estamos sin amor, hermano mío,
y esto es como estar ciegos en mitad de la tierra.

COSTA RICA
Carlos Luis Fallas (1909–1966)
— Nacido en Alajuela el 21 de enero de 1909, conocido como "Calufa". Su madre era de origen campesino, y contrajo matrimonio con un zapatero. Cursa la escuela primaria mas no termina la secundaria ya que abandona los estudios para ir a trabajar en las plantaciones de banano de la United Fruit Company (Limón). Trabajó como cargador, peón, ayudante de albañil, de dinamitero, de tractorista. Esto desarrolló en Fallas una profunda sensibilidad por los problemas sociales, los cuales vivió en carne propia.

Forma parte del movimiento obrero (lo cual lo llevó a la cárcel varias veces). Es Diputado del Congreso en 1944. Participó como jefe militar de batallones comunistas en la Guerra Civil de 1948. Murió el 7 de mayo de 1966.
Aunque declara ser un "aficionado" en el oficio de la escritura, es considerado uno de los grandes literatos.
Calufa trabajó en las bananeras por muchos años y ello hizo en él una visión realista de las desgracias y la explotacón en que todos los trabajadores vivían en ese lugar. „El infierno verde“ lo llama él en su novela Mamita Yunai. La Yunai, derivativo del United inglés, la United Fruit Company, actualmente Chiquita.

Mamita Yunai: Novela insigne, fiel representación de hechos vívidos y encarnados por el autor, mostrando la valentía de vivir a pesar de la injusticia, del atropello a la verdad y del deterioro de los principios fundamentales de defensa y amor a la patria. Historia solemne que relata las desgracias que viven los trabajodores en las bananeras, de como la corrupción y la manipulación son pan de cada día, de cómo en unas elecciones se ignora a los peones, a los que no saben leer, a los pobres y a los mutilados para que sigan siendo esclavizados por las empresas extranjeras. Del deterioro de la naturaleza en pro de las plantaciones y la producción de materia prima, de la deforestación de la selva para la siembra de bananas y palma africana, de la opresión y la ignorancia en que viven tantos y tantas. Pieza fundamental para retomar hechos significativos en la historia de Costa Rica y resaltar actores protagónicos del discurso literario. Pablo Neruda, en su Canto General, resalta la figura de Calero, personaje inolvidable, quien representa en la obra el sentimiento del amor, a pesar de su lenguaje burdo y tosco. Calero decide ayudar a las clases más bajas, orientarlas y educarlas para que se revelen y defiendan sus derechos fundamentales. Calero no es el intelectual, él es parte de ese mundo pero ha podido salir de él para afrontarlo. Ve con sus ojos como los mismos desgraciados manipulan a sus semejantes para seguir siendo ellos manipulados. Busca e intenta luchar contra la corrupción, viaja a la zona caribeña para impedir que las elecciones sean fraudulentas. La historia se vive con su lenguaje y su forma de pensar, el autor no escatima en escribir de tal forma que podamos escuchar a los personajes tal y cual ellos hablan, piensan, sienten. Mamita Yunai es un libro que hay que leer.

Wednesday, December 20, 2006

Sitios relacionados

Pueden acceder a el con el siguiente enlace:

www.swissinfo.org/spa/swissinfo.html?siteSect=2002&sid=6948167

www.alas-libros.com

Tuesday, December 12, 2006

Historia de Parrita, Costa Rica



Los condenados
–Ah cara de barro, no tenés verguenza hijueputa –le dijo Ruflo a Mitonés.
–¡Diay puerco!, de qué, no me jodás la vida, qué te crés tan campante, ah, sabroso infeliz, ya desiara yo...–le dijo Mitonés como buscando pleito.
–¡Nombre!, dejate de varas, dejá de joder a la carajilla güevón, no ves que es una chamaquilla apenas, buscón.
–No no, ¡qué va Ruflo!, ésa no, no te engañés tan fácil tontón, no ves, ésa es maluca, mosquita muerta, no la ves, ya cayó, jijijijí –le dijo Mitonés a Ruflo en son de burla, seguramente para hacerle comprender que la niña no era tan santita como él creía.
–Ah playito, no me jodás más porque si no me vas a encontrar, ¡más respeto! –le gruñó Ruflo que se empezaba a poner un poco violento.
–Ah, que acaso es tuya la renombrada, ¡uy uy! –atinó a decir Mitonés encajándole al rostro de Ruflo unas bocanadas de humo, en circulitos bien perfectos.
–Parala Ok, yo sé lo que te’igo, no me juegués de vivo, tranquilo compa, y mejor jalá de aquí Ok, no seás güeiso, o dejá de joder a Marielita, no te conviene, no te conviene –le replicó Ruflo a Mitonés imponiendo así un ultimatum.
–Ahora te vas a poner los guantes ah condenao–expresó Mitonés.
–Si vos querés me los pongo y creo que no te conviene hijueputa.
–Tranquilo tranquilo, estoy vacilando condenao, tranquilo, pero creeme, pelá el ojo ah, esa Marielita está güena y va a ser malvada, yo sé lo que te’igo.
–Mejor callate porque sino te rompo el hocico –le rezongó con tanta furia Ruflo que el tal Mitonés espantó pa’lante.
–Güeno Ruflo, no es pa tanto, estamos ah.
–Cuidadío ah, vaya pa otro lao mejor, o tómese otro fresco y calladito, cierre ese hociquito que pa hablar no sirve –le dijo Ruflo.
Mitonés se fue caminando muy despacio, iba hacia la barra para tomarse otra cerveza. No dejaba de ver a Marielita que estaba limpiando una de las mesas del fondo. La cantina no era muy grande y con ese calor del trópico costanero era aún más caliente. El sudor bajaba por sus pechos pequeñitos aún en proceso de crecimiento, o como se dice en los bajos mundos: emplumamiento, aunque era notable su próspero desarrollo. A Ruflo, su padrastro, no le gustaba que nadie se aprovechara de ella, pero era inevitable que la miraran o que fueran al barcito: ¡sólo pa verla crecer!
Mitonés era un tipo altanero, pero como se dice: perro que ladra no muerde. Una labia muy buena y según él, fantasmal para los negocios. Hacía unas semanas que había vendido unos terrenos que le dejara su padre, tierras que él no sabía que existían. Tenía días de andar gastando la plata que le habían pagado por las propiedades que vendiera, a muy bajo precio, frente al mar en la costa azul de Costa Rica. Era moreno, no muy alto, con bigote y con el rostro algo demacrado por el acné que seguramente tuviera cuando joven. Aborrecía el trabajo como nadie lo hiciera, se dedicaba esporádicamente a la venta de marihuana a los muchachillos del pueblucho. Conocía a uno que a otro turista por sus negocios con la mota. A pesar de ello, se podría decir que Mitonés era un hombre manso y apacible, violento sólo al hablar pero nunca al actuar. Pero eso de reojo, porque algo sí tenía Mitonés: una desesperación por las chiquitas del pueblo. Ya llevaba días de pensar sólo en Marielita, qué como hacía para hacerla mujer, meditaba el condenado.
La cantina Esperanza, localizada en la localidad de Parrita, era un antro no muy bien visto por los vecinos del pueblo transitorio, dominado en la mayoría por nieticos del abuelo exportador de banano en años anteriores y sobrinillos de las grandes plantaciones de Palma Africana. Un bar normal y corriente que solía ser visitado por borrachillos del pueblito costanero. Esquinero y con muy buena posición geográfica, ya que las calles principales del poblado pasaban por sus dos esquinas, una, cual se dirige al parque central que está llenito de tecos (eso si no los han talado todavía), en donde se puede comprar fácilmente coca o un purillo de mecha, y la otra, frente a la Costanera, autopista principal que comunica a los centros urbanos de Quepos y Jacó, además de ser la carretera que llega a la frontera con Panamá. La Esperanza, mal nombre para un lugarcito tan poco apto para una chiquita tan linda y bonita como Marielita.
Naciera Marielita hace unos quince años, su mamaíta, una protituta del barrio que dejara el oficio por su edad, consiguió casarse con el renombrado Ruflo, amigo eterno del prostíbulo donde había conocido a Miena. Miena era guapa, muy linda y sensual, tanto que logró enamorar al babosín de Ruflillo y engatusarle a su hijita. Todo el mundo sabía que Marielita no tenía papá, pero todos sabían que Ruflo la cuidaba mucho. Y no sólo eso, puedo decir, sin reprobar las habladurías, que van desde Playa Palma hasta Palo Seco, las playas más bonitas que hay en Parrita y en donde hay tan poca gente, pero la que hay es tan chismosa, que el tal Ruflo la quería a montones. La pobre quedó huérfana de mamaíta siendo una escuincle inservible. Nadie daba un cinco por ese trapo viejo, –¡No sacó nada de su mama ah!– solían decir las malas lenguas del pueblo. Claro, –con las piernotas y las tetitas tan ricas que se tenía doña Miena, la pobre de su hijita no ha sacao ni’pal aguante–. Pero se iban a comer la lengua cuando Marielita empezó a emplumar. –Ay Dius, ¡ésta sí que’stá güena! –empezaron a mascullar los alborotados.

Lo que puede ser y lo que no...


Paulo GR.
La muchacha añorada
Era una mujer hermosa, sus ojos me llamaban tanto la atención, que yo en mi inquietud, no pude evitar sonreírle y verla cada vez que me dirigía a la pulpería en que ella se encontraba. Sus manos tocaban mi mano cuando yo, despistado o haciéndome el maje, le pagaba las mercancías que eran objeto de mis visitas misteriosas y románticas. –¿Qué te puedo decir?– amada mía, me preguntaba por dentro, tratando de contarle algo divino que pudiera llamarle la atención, algo cómico tal vez, era lo que necesitaba, pero yo no soy cómico, sí un poco alegre, nunca un payaso de bufete que se sienta a conseguir clientes con dientes bien limpios (algunos, no todos) y un saquito a la talla reflejando en mí: ¿Qué fue lo que le pasó, sí, a usted caramba? Pero ese no es el punto, sino afirmar que me enamoré locamente de una muchacha aparentemente cenicienta de mis zapatos. Katalina, la que todo lo mira, al menos así la recuerdo en mi corazón y en mi memoria. Dos luchas se establecen entre estas dos paralelas, por una parte la razón lleva lo cierto y lo incierto, por otro lado está el corazón, donde lo cierto o lo incierto no importa, sólo el sentimiento. Hay quien dice que la matemática no es una ciencia sino una rama de la filosofía. Bueno, a quién le importa, ¡total!; algo exquisita y muy sensual, sí mi amor, qué mujer por Dios, no, no la matemática sino Katita, sólo verla y mi carne se ponía friíta, mi máquina se aceleraba y yo me la imaginaba mía, en la camita, acurrucada y subordinada, qué rico, apenas pa agarrarla por detrás y hacerla sentir incierta, como mi mente muchas veces. Su caminar y esos ojazos que me iluminaban, su culito moviéndose de un ladito pa’otro, durito y riquísimo, perfecto y sabroso, ¡qué perra!, me ponía como tonto, y esas piernotas que me decían: –vos, sentí, tocá, gozá mi amorsote–. Pero la muchacha añorada es otra, es la que me sigue en los sueños y que no puedo contemplar en ningún lugar. La otra, la que mencioné anteriormente, es, por mucho que suene chistoso, mi sueño más cercano en estos días, días de sol y trabajo desmesurado, que no me permiten continuar con la labor que más amo, gozar chiquitas como ésa, como mi mujer añorada, exasperadamente añoradas. ¡Ay Dios!, es que, cómo es posible que haya tantas así y no poder tenerlas a todas, ¡qué crimen no!, ver y no tocar, sólo soñar ah. Aún pensando que la vivacidad es la que me falta para decirle a ella, que se encuentra recibiendo mi dinero, te quiero, y te quiero junto a mí. Pero qué babosidad, lo que deseo mi amor es culearte toda, que si qué, fornicarte, abrirte las piernitas y penetrarte mi amor, ¡pa que sepás ah!
Cambiando de tema, al menos por un momento, estaba sentado en una mesa bien limpia (sin boronas por lo menos), esperando el café que la muchacha del local, no la que yo creía añorada (otra muy buena), me lo trajera, y reflexionando con cosas de la vida, interesantes y otras asquerosas, vulgares, sexuales y eróticas, y pensaba: cómo sería aplastar al mejor de los bueyes y decirle que las miradas sólo se hacen para objetar las traiciones contraproducentes de los que escuchan y no saben qué es lo que deben decir, pero deciden hablar por hablar, trayendo consigo lo menos animal que puede ser un ser humano, convertirse en buey. ¡Al carajo!, qué pregunticas me hago, lo que quiero es pensar en mi hembrita, cómo será agarrarla toda, en la ducha por ejemplo, ay sí, desnuda e indefensa, húmeda por dentro y por fuera, toda puta. Y mirá, qué rica está la meserita ah, –venga mi’amorr–, macullaba. Pues sí, yo, en mi lucha interior tenía una guerra sin descanso, mas cuando pienso tanto, y no lo digo por ser un buen pensador, ojalá pudiera contar con ese grato regalo del desarrollo, o del subdesarrollo mejor dicho, me desfiguro en teorías que se me dificultan y llego a una sola y única pregunta: ¿Qué hago solo en una mesita limpia y sin invitados, pensando en el buey sin la yegua y esperando el café que ha tardado más de la cuenta? Para perderse no, mejor pensar en mujeres que en filosofía, qué diga, mejor estar con mujeres y hacerlas mías. Y no lo trazo con un matiz machista, libre estoy de ello, sino con el objetivo primordial de plantearme la pregunta y decir ¿Qué es de la mujer añorada y de mis sueños de amor, de deseo y fulgor? Ella me deja sin aliento y sin espacio, me fundamenta con el espejismo de su existencia y su sensualidad, pero no sé quién es, vaya a saber yo, quién será. Aún no la conozco y mi corazón late como late el verde azul del mar entre las ciénagas del vapor de aire, me enjuago de su amistad para conjugar el manifiesto de su providencia, ¡qué bella es!, así me la imagino, tan hermosa e indescriptible, como mil maravillas hechas de rosas en la playa nórdica de Noruega: me encantan las escandinavas, ay Dios, ¡qué bellezas!, y las suecas ¡ssssssss!, ¡qué ricas ah!; gladiolas sumergidas entre los cabellos castaños de una doncella celestial, así la logro ver, disfrutando de proveerlos con firmeza y encanto, guarias moradas perfumadas de jazmín, a la caña bien firme del laurel y los cedros, erecto como suelo estar ahora, añorada entre los versos del poeta y su cisne, pupila del silencio, muchacha de los sueños, eres cuento por lo incierto de tu certeza. Y así me encontré entre las fantasías del soñador perverso, que no niego ser ni me avergüenzo tampoco de serlo, testigo ha sido y fue en este caso el viento de abril que se mecía violento en el jardín donde se encontraba la flor de mi canto y las palabras que decía ese sol para refutar mi pena y afirmarse como un nuevo testigo de mi locura.
Una voz se acercó a mi oído y con pregunta me cuestionó la mirada.
–¡Cómo! –me decía la chiquilla que se acercaba a mi mesa.
Yo consternado no supe qué decirle, aunque un poco molesto me encontraba, me habían despertado fugazmente de mi sueño, pero bueno, ¿qué se va hacer?, ya había pasado más tiempo de lo necesario, volvía a pensar otra vez en mi café, y por fin me di cuenta de que ella no era como muy agarciada por la vida, mendingando se encontraba, así lo creí al instante. Parecía huérfana del mundo y de la humanidad, pobreza que la violaba por lo que tuvo que ser.
–Tomá –le dije, ya después de mi pausa, una moneda de cien colones para que te comprés un confite o algo así, cualquier cosilla.
Ella no la aceptó y me pidió que le comprara un lápiz que llevaba en la mano, yo lo tomé y lo analicé tendiéndole mucha atención, para que así la niña supiera de mi afecto por el objeto, me sentía mal por haberle ofrecido dinero antes. Al fin acepté y ella sonrió para decirme al oído:
–No era eso lo que añorabas.
Se fue corriendo y nunca más la pude volver a encontrar. Jamás poder distinguirla en su carrera, parecía un cachiflín. Al buen rato de lo ocurrido, no dejé de pensar en la mocosa, qué criatura más noble y simpática, qué mundo más cruel en el que le ha tocado vivir, qué futuro tendrá si el viento sigue trocando a su contra. Su añoranza es la de todos, y la mía no llega muy lejos, creo que mis sueños son distintos a los de ella, pero en algo estoy seguro, es de que los sueños pueden a veces quitarnos las pesadillas, y si la vida no la convertimos en sueño, qué terrible existencia podemos encontrar para el siguiente día, para el futuro.
Y de tanto en tanto, me he dirigido a la tienda para decirle a la mujer hermosa cuán hermosa y sabrosa está, tal vez acepte mi proposición, llevarla a mi casa y hacerla gritar como loca, ay sí, como una zorra deliciosa, tal vez me reprenda y no quiera nada de mí, tal vez, tal vez, pero vale la pena intentarlo, vale la pena creer, soñar.

Monday, December 05, 2005

Alguna Poesía


Descubrimiento

La noche ha pasado y sigo perplejo
en la dulce armonía
que de la noche al día,
reflejo cuando miro al espejo;
confundido inútilmente,
aferrado a una condición
temprana y prudente,
majadera y sin atención.

Caminaba sin rumbo y con furia.
No tenía más en mi ser que locura.
¡Ay Dios cuel!, tampoco lujuria
por verme acostado y con ternura.

Perfecta obsesión nocturna
que realza un sentimiento vanidoso,
y se muere a la luz de un sol
agradecido por la oscura ilusión, rencoroso.

El alma parece de vidrio
cuando esconde lo más notorio,
pues se vence ante el delirio
de lo más humano, lo aleatorio.

El juego llega a la profundidad
de perderse y ser sólo un caso
solitario, en la libertad
de dar el primer paso.

Tristes amores imposibles
que no pudieron ser,
solamente el sueño de lo visible,
arruinados, sin hacer.

No hay escapatoria sin un deseo
que te permita soñar,
un sueño de pasión y efecto
¡No hay tiempo para hablar!

Pasada la caricia
ha de sorprendernos el ruego
sin paz, que luego
será el néctar de un juego
profundo y sin malicia.

No hay tiempo sin edad,
por eso el mañana es eterno,
también el amor y la piedad
de sentirnos juntos, sujetos
a la noche y a su oscuriadad.



Promesas

Perdido en el delirio
Solemne y sin oficio
Cometa del destino
¡OH pobre luz sin motivo!

De todos los juegos solo
uno se sabe, digámoslo
sin miedo, no hay verdad
que no sea enojosa,
mentira aventurosa,
tristeza en soledad.

La promesa puede ser cierta
y ella esconde la palabra
de decirnos dónde la puerta
está, sola el alma la abra,
y descubra pues la inocencia
de otra alma en plena ausencia.

Olas del mar

Hoy he vuelto a tener angustias en mi corazón.
Y la razón de este dolor es triste y solitaria.
Soledad que no puedo contener sin razón
y maúlla como un gato cuando éste es un paria.

He acariciado los finos latidos de la mujer
que con sus manos, tocan mi cuerpo
sintiendo yo que su alma es parte de mi ser.
Hacen que la mía sienta un llanto por llover,
perforando la cicatriz de un muerto
que respira deseo al volver.

La tristeza es solitaria como el mar,
que con sus dientes muerde la sola costa
y agita las piedras que afilan sus lágrimas
rencorosas de verse atrapadas,
en este ir y venir de las olas.
Reminiscencias de mujer amorosa,
caminando fiel y nerviosa
como el son de una guitarra
en una noche juvenil y jugosa.

Se humedece mi llanto
entre sus labios pobres,
que aunque húmedos están,
secos de amor perdurarán,
ya que la vida ha sido dura,
permitiéndose la estupidez
y temiendo una ola ¿Qué va ser?

Parrita, Bandera, Costa Rica.
Julio de 1998.


Oda a la Mariposa

A la espera de la aurora,
la mariposa pierde su alma
sin que nadie la socorra
para aliviar su calma.

El día ha perdido su ardor
y la dulce flor ya no puede volar,
se encamina en busca de un amor
sin correr y sin llorar.

Un juvenil llanto
la sume en la tristeza,
perdida en su riqueza,
pobre sin su canto.

Ahora la oscuridad la hace presa.
Sus alas ya no sirven, ya no vuelan.
¡OH hegemonía!,
a dónde has ido sin saber que ya no eres mía.
Amas sin saber qué es lo que piensan
los cobardes sin trono en la pobreza.

Sin saberlo sientes un rubor,
confirmado en tus mejillas
rosadas y hastiadas de clamor,
perdidas y adoloridas, oprimidas
por la mano vil de tu creador.

Melodía dulce y nerviosa,
a qué viene tu búsqueda en la noche
cuando nadie te mira sin reproche.
Delicada y llorosa,
vive en el día y dale verguenza al mundo,
no tengas miedo
que tu vuelo no se escapa de un segundo.

Tu amor sigue esperando,
sigue adelante, sigue volando.
Tu vida es la meta,
tu fuego es del profeta
que voló como un cometa.


El águila superior

Había una vez un águila que llevaba más de 7 meses volando sobre un mismo territorio. Los albañiles que trabajaban en aquella construcción escucharon gritar por el cielos : ¡Paz a la humanidad ! Todos quedaron plasmados de tal belleza. Ella era inquieta, pero al mediodía cantaba su canción: ¡Paz a la humanidad! Sería que el ave superior veía las noticias, o de noche, cuando nadie la miraba se iba a tierras lejanas o muy cercanas, qué se yo, para espiar a los malvados y villanos que rondaban en el planeta. Un buen día, con su canto nupcial, el águila miró hacia arriba y lloró de una buena vez. Los albañiles la notaban triste y con encanto a la vez.
–Qué estará pasando –decían ellos.
–Pues llora de candor –decía uno que ponía su mano en el lomo de otro.
Así el águila liberó sus alas y nunca más volvió a aparecer. Dónde estará el águila superior, no dejó rostro ni huella en el cielo fulminante. Qué será de ella. Al tiempo se vio crecer en el suelo un árbol de frutas silvestres. La lágrima había tocado el suelo y éste, perfumado por la tristeza del ave, daba vida y estremecía a los testigos. Ellos en su silencio le concedieron un nombre, lo llamaron el árbol de la vida.


Rocío

Rocío de otoño
sabor a final,
adelantado
homenaje celestial,
de los dioses adeversos,
molestos
con el fuego
filial,
aumento del ruego
de un verso
social.

Rocío infernal
que juega a despertar
un coraje letal
de perfume invernal.


Letras

El verso se escribe
sin sello constante,
mas profundo
es el instante
en que todo se vive.

Solamente un sueño
te acompaña,
a vivir con ansia
una vida con ganas.

Del sueño nace el amor,
que vuela sin pedir perdón
a sus amantes en furor.
Acompañando al corazón
hacia un viaje
sin fin,
donde el juego
de un viraje
puede costar el vivir.